Buscando a Dory… ¡Nadaremos! ¡Nadaremos!

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Trece años han pasado desde la última vez que tuvimos la oportunidad de ver a Nemo, Marlin y Dory en pantalla grande cuando el primero se perdió y su padre se vio obligado a recorrer el mar entero para encontrarlo, acompañado por una muy simpática pero olvidadiza pez cirujano quien en esta ocasión se roba los reflectores con su propia cinta.

Dory se ha distinguido por su falla de memoria a corto plazo (lo que quiere decir que olvida las cosas que acaban de pasar) pero después de haber conocido a Nemo y a su papá, las cosas han cambiado, pues ha encontrado con ellos una nueva familia, con quienes parece podrá dejar todos sus problemas atrás, hasta que recuerdos sobre sus padres comienzan a regresar a ella, así que, en esta ocasión, tenemos a una hija que debe encontrar a sus papás, pero… ¿Dónde empezar?

El querer realizar una secuela tantos años después a una película tan querida como lo es “Buscando A Nemo” (además de todo, ganadora del Oscar) no puede calificarse como un movimiento de muy alto riesgo… que definitivamente es una maravilla, pues cumple con todas las expectativas, sin en algún momento caer en el repetir la historia al pie de la letra intentando repetir la fórmula ganadora, si no teniendo su propia historia, estructura y enseñanza. Los personajes de nuestra infancia regresan a alegrarnos la vida una vez más.

Muy bien manejado el tema de la independencia que Dory se ve forzada a tomar para, si bien no resolver el asunto de su falla de memoria a corto plazo, si el convertir una debilidad en su fuerza motora para reunirse con su familia.

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Para esto no solo contara con Marlin y Nemo, sino con una buena cantidad de nuevos amigos, entre los q destaca Hank el Pulpo (y quien se roba buena parte de la película), una ballena beluga y Destiny, una Tiburón Ballena responsable de haberle enseñado a Dory a hablar cetáceo, teniendo cada uno de ellos, alguna particularidad, que como a Dory, los hace especiales, llevándonos al tema de la aceptación y la tolerancia, y de la importancia de los vínculos familiares.

Otro tema muy importante que toca la cinta, es el del respeto a la naturaleza, de la preservación de nuestros muy golpeados ecosistemas, entre los que destacan dos ejemplos, uno el área del Instituto de la Vida Marina donde los niños no solo tocan si no “torturan” a las pobres especies que quedan a su alcance (recordándonos a Darla en la primera entrega) y una escena pequeña pero significativa… ver a Dory atorada en anillos de plástico que alguien ha tirado al mar. Un buen mensaje ecologista que debe llegar a los niños y hacer mella en su manera de tratar al planeta (nadie quiere las aguas negras y pantanosas en las que se tienen que mover por momentos). Dejar de ser parte del problema para ser parte de la solución.

Siendo también en todo aspecto técnico una belleza, con unos paisajes submarinos increíbles, aquellos donde todavía no hemos metido mucho la mano (hermosa la escena de la migración de las mantarrayas) y continuando el fabuloso diseño de los personajes (digo, ¿esperaban algo menos de Pixar?) y como algo curioso, ¿podría alguno de ustedes pensar en una película donde el único villano a vencer, es la inseguridad que uno puede tener consigo mismo?

Esta demás seguirles diciendo que la película esta súper recomendadisima y vive a las expectativas y a la altura de su predecesora, y que bien puede ser disfrutada por chicos y grandes, quienes lo único que pensaran al finalizar la cinta es… “Nadaremos… Nadaremos”.

Al terminar la película, no se levanten de sus asientos, vale la pena quedarse a ver la escena post-creditos.

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