Contadas son las veces que tenemos la oportunidad de tener una película como Capitán Fantástico en cartelera, si bien tenemos muchos blockbusters y películas buenas, tener la oportunidad de ver una cinta tan refrescante, tan humana, dramática y divertida a la vez, además de llena de grandes actuaciones, es uno de esos honores que me permito saborear durante un buen tiempo.
Ben (Viggo Mortensen) y su esposa Leslie (Trin Miller) deciden mudarse al bosque, en medio de la nada, para ahí criar a sus seis hijos: Bo (George MacKay), Keilyr (Samantha Isler), Vespyr (Annalise Basso), Reillian (Nicholas Hamilton), Zaja (Shree Crooks), y Nai (Charlie Shotwell), lejos de la locura de la civilización, para poder llenarlos de conocimiento, hacerlos fuertes y valientes, mientras hacen lo posible por convertirlos en personas valiosas y únicas. Todo parece perfecto hasta que Leslie tiene que irse a causa de una enfermedad que le aqueja y tratarse en un hospital, dejando a Ben a cargo de la familia, y la vida sigue siendo buena y tranquila, a pesar de extrañar tanto a la mujer más importante de la vida de todos.
De manera inesperada, el dolor que le provoca la enfermedad, empuja a Leslie suicidarse, dejando a su familia completamente devastada y con el reto de asistir a su funeral, cosa que será nada fácil, ya que la familia de su esposa nunca aprobó su forma de vida, en especial su suegro, sumado a que sus hijos carecen de todo tipo de habilidades sociales… Una prueba nada fácil para tan especial familia, quienes harán todo por reunirse con su madre y así, llevar a cabo su último deseo.
La presentación que tenemos de la familia de Ben, de inicio, pudiera parecer ruda para un grupo de chicos, dando la impresión de que tal vez se les exige demasiado, pero casi al instante nos viene esa sensación de que es una vida completamente limpia de las comodidades actuales que muchas veces son las que nos llevan a un grado de inutilidad; ellos cazan, leen, aprenden, piensan, meditan y se desarrollan en muchos sentidos que termina siendo agradable verlos tan cómodos en su ambiente.
Pero todo esto, a pesar de la muy agradable interacción familiar, nos hace sentir que Ben podría ser no considerado un buen padre por muchas personas, pues está totalmente convencido de que sus métodos de enseñanza y vida son los únicos realmente buenos, aunque en muchas ocasiones pudieran parecer peligrosos, principal razón por la que el antagonista de la historia será Jack (Frank Langella), el suegro de Ben, quien agobiado por el dolor de perder a su hija, hará todo en su poder para quedarse con la custodia de sus nietos… no necesariamente un “villano” o “el malo” de la cinta, sino alguien que responde completamente a la situación que lo agobia al momento.
Viggo tiene una actuación nada menos que genial como Ben, el padre pseudo-hippie existencialista, convencido de sus métodos, temeroso ante la falta de su esposa, a quien, si bien nunca conocemos, se mantiene presente durante toda la película como un recuerdo y una idealización de su esencia, obligando así a Ben a mantenerse fuerte para con sus hijos, a quienes ahora debe enseñar algo sobre la vida cotidiana.
Pero Viggo no es el único que se luce en la cinta, pues todos los hijos, especialmente los más pequeños, Zaja y Nai, son increíblemente emotivos y divertidos. Bo, el mayor de todos, es quien nos presenta principalmente el choque de realidad al llegar a una situación de vida que no conoce, especialmente al no saber cómo hablar con una mujer. Reillian se muestra como el resentimiento hacia su padre por la muerte de su madre, pues lo culpa de no haberla atendido antes, y las hijas, Keylir y Vespyr, el apoyo incondicional a su padre y gran parte del corazón de la familia.
Una película encantadora, emotiva, de esas de las que es imposible salir con los ojos secos y sin una sonrisa en los labios.
No solo es de lo imperdible de la semana… es de lo imperdible del año.