¿Es que acaso existe algún director de cine que no quiera que su película sea vista? Supongo que no… debe haber quién sabe que su cinta es un riesgo y aun así se atreve a darle vida a un proyecto, de la manera más atractiva posible, para así atraer a la gente a las salas de cine… Caso que no debería ser siquiera imaginado para alguien de la talla de Martin Scorsese, que bien sabe tiene a su público cautivo, aquel lo conoce bien dentro del rubro de las películas de mafiosos, y quien ahora se zambulle una vez más, en ese gusto que de pronto le bien por películas de un índole más religioso, y vaya que me da un poco de miedo ese Sr. Scorsese (pero solo poco).
Silencio es de esas películas que es mucho más fácil que sea amada y alabada por la crítica, a ser un gran éxito en taquilla con el público en general, pues más que saber que es una apuesta a un producto final que sabe que el público querrá consumir, es una obsesión que ha tenido desde que descubrió el texto homónimo de Shusaku Endō, escrito en 1966 (y que técnicamente la convierte en un remake, pues ya existe una versión, de 1971, del director japonés Masahiro Shinoda, aun cuando son notablemente diferentes).
La cinta es un viaje, tanto en el sentido de desplazamiento, como en el espiritual de un sacerdote jesuita de origen portugués llamado Rodriguez (Andrew Garfield), al verse en la peligrosa necesidad de viajar a Japón, para encontrar a su maestro, el padre Ferreira (Liam Neeson), de quien se ha perdido el rastro y, según reportes, se ha convertido en un apostata (es decir, que ha negado a su dios) como parte del castigo impuesto por el gobierno al intentar esparcir el catolicismo por el territorio (eso o haber sido torturado hasta la muerte), que en cualquiera de los casos, son ideas nada alentadoras… pero en el camino, que padre Rodriguez, pronto deberá aprender que la fe, no es algo tanto que se profese y se grite a los cuatro vientos, sino algo que puede ser interno, sin importar que tan mortal pueda parecer el silencio.
¿Cuál es el principal problema que tiene la cinta? Las secuencias eternas y lentas, contemplativas, sosegadas, que pretenden contagiarnos de la tranquilidad del país oriental en su parte rural, así como reflejarnos la arraigada fe del personaje de Garfield, cosa que hará que, al espectador promedio, se le haga una cinta, que puede llegar a ser insufrible, pues su hora y cuarenta minutos de duración, da la impresión de ser bastante mayor.
Fuera de eso, al hablar de aspectos de la historia y su producción, es innegable que estamos ante una gran película, con una fortaleza enorme dentro del campo técnico, y no es para menos, siendo un proyecto que le llevo casi treinta años concretar, Scorsese no se permitiría nada menos que lo mejor para su cinta (entre “lo mejor”, obvio incorporamos al director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto, quien hace una labor excelsa).
Silencio me parece lo menos Scorsese de Scorsese, alejada de todo a lo que nos tiene acostumbrados (Taxi Driver, Toro Salvaje, Lobo de Wall Street, Infiltrados, etc) que suelen ser enormes producciones, pero siempre con un ritmo constante, fabulosas historias que te envuelven dentro de la trama, siempre aderezadas con diálogos perfectos (“¿me estás hablando a mí??”), y no, esto no la hace un producto inferior, pero si uno más difícil y menos comercializable, pues su concepción, es totalmente diferente… es mucho más compleja, lejos de ser amable con el público, pues se necesita mucho masticar la historia para poder llevarla en paz, pecando, a mi parecer, de ser un poco densa a ratos.
Silence, en pocas palabras, es una cinta difícil, exigente, diseñada especialmente para los verdaderos amantes del cine, de ese al que hay que tenerle paciencia para lograr saber hacia dónde va, y en la que hay que estar preparado psicológicamente y en un estado de ánimo muy dispuesto, para poder disfrutarla en plenitud.