Kong: La Isla Calavera… Un peludo rey sin corona

Ok, lo admito, desde que vi el primer trailer de “Kong: La Isla Calavera” me emocione mucho, creí que por fin veríamos una versión alejada de la misma historia que hemos visto una y otra vez) y si, más me latía el no ver que Kong terminara en Nueva York con el mismo desenlace que todos conocemos… ahora sería una reinvención de su mitología, donde podríamos ver a un grupo táctico pelear con él en su propio territorio, de ahí ampliando a un universo mucho más grande para futuras entregas, y si bien, la cinta tiene muchas cosas interesantes, no pasa de ser una película palomera bastante plana y que pasara sin pena ni gloria dentro de la historia Hollywoodense.

A lo que voy es, claro que me parece increíble la parte visual de la cinta, la acción, Kong luce fabuloso claro, y nunca me sobrará verlo destruyendo todo lo que pongan a su paso, pero creo también un personaje tan icónico como este, merece una buena trama que vaya más allá de buscar momentos para lanzar algo a la cámara y simplemente sorprender al espectador con un buen 3D y de dos horas de “fan service” de este mono gigante. Un buen intento mal ejecutado no solo del director Jordan Vogt-Roberts, sino de toda la gente de pantalón largo en Warner, quienes suelen optar por el boleto fácil.

En esta entrega, una empresa del gobierno llamada “Monarch”, descubre la existencia de la “Isla Calavera” y decide ir a ver qué tipo de monstruos viven en la misma, por lo que se embarcan con un grupo de militares recién liberados del servicio en Vietnam, una fotógrafa (bastante mala, por cierto) y un “tracker” que puede ayudarlos a sobrevivir en la isla, pero no se imaginan que su reto será un gorila de 30 metros de alto que hará todo por defender su territorio.

Si nos quedamos con la parte visual, si, Kong es una película impresionante, y más si se puede ver en una pantalla Imax 3D, pero como no solo de pan vive el hombre, la historia es floja, y no cumple con standares que se debería buscar para un icono como lo es Kong, y con esto me refiero a momentos tan ridículos como el ver a Tom Hiddleston recibir de manera perfecta y heroica una espada que le lanzan, todo en cámara lentea, mientras toma una máscara antigases con la otra (que coincidentemente estaba ahí) para adentrarse en el gas toxico y comenzar a rebanar bichos gigantes en un ballet sangriento… aaaah si, y quitarse la máscara antes de salir de la nube… o tener en Samuel L. Jackson al personaje necio y obstinado, siempre con cara de malo que debe tomar todas y cada una de las malas decisiones de la película para simplemente complicarla porque *YOLO*, vamos, no es como que no tuvieran toda una isla para buscar razones de seguir caminando y encontrándose con monstruos ¿no?.

Brie Larson está en su propio mundo en la película, de manera totalmente testimonial e inconsecuente, y es más la excusa de tener a una mujer entre taaaanto hombre (obvio todos se sorprenden en el barco al ver que pensaban que, por el nombre, sería otro hombre) y termina siendo simplemente la pieza barata del momento “alguien tiene que sacar lo tierno de Kong y acariciarle la cara para demostrar que es noble y bueno” … Todos los personajes son unidimensionales, sin una construcción previa que te haga sentirte bien o mal por ellos… exceptuando el de John C. Reilly, quien definitivamente es el mejor de toda la película.

Kong llega, si, en una gran cinta, impactante a los ojos, pero carente totalmente de motivación y corazón, que se siente más hecha por motivos comerciales que por el gusto de revivir un clásico, demasiado pensada a modo de monstruo de laboratorio que, de una historia cuidada y bien argumentada, pero que sirve para palomear el fin de semana…

Y si no quieren sentirse decepcionados, quédense al final de los créditos, eso sí, esta imperdible y provoca, al menos, cierta emoción de lo que veremos más adelante en es este famoso “Monsterverse”.

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