Que agradable es ver una película sencilla, simple, que funcione, y si es mexicana, mejor, pues en este caso, es cuando si puedo decir orgulloso el famoso “Apoya el cine mexicano” … pero no cualquier cine, no comedias baratas ni típicas historias cliché de tres pesos con el que nos quieren apantallar, no, apoyemos ESTE cine mexicano, cine que es bien pensado, bien elaborado y que te hace pasar un momento agradable mientras la vez.
Como lo acabo de decir, la historia es bastante simple, y las razones de ser de la historia lo son aún más… Un trio de amigos se prepara para asistir al funeral de un amigo suyo, quien fallece en un accidente de moto. Mientras caminan a sus casas, se desvían al parque, donde platican sobre sus vidas, se retan a hacer tonterías y juegan, tal y como lo haría unos buenos amigos, hasta que uno de ellos, decide saltar sobre un montón de hojas, donde más tarde, se da cuenta, que no solo perdió las llaves de su casa, sino también las del coche de su novia, lo que los llevará a pasar el día entero en el parque, pero lo que encuentran al final, es mucho más valioso que las famosas llaves perdidas.
Alejandro Iglesias, director de la cinta, y Luis Montalvo, fotógrafo de la misma, fueron los encargados de coescribir el guion, basándose principalmente en un momento cuando un miembro del proyecto perdió sus llaves y llenándola de momentos anecdóticos. Contada en nueve partes, nos inmiscuiremos en un día de la vida de estos amigos, quienes hablan de tonterías, amigos, chicas, se divierten, se pelean, y quienes, después de esta experiencia, descubrirán que ya no son los mismos de antes.
Obviamente, gran parte de que el proyecto funcione, aparte de la realización, son los 3 actores, Alejandro Guerrero, Fabrizio Santini y Francisco Rueda, los cuales pareciera han sido amigos de toda la vida, logrando de muy buena manera equilibrando de una manera muy orgánica la interacción de sus personajes, quienes van desde provocar risa, a hacernos tener alguna reflexión de una manera muy sólida, y para todos nosotros, que hace ya algunos años pasamos por esa edad, logra remontarnos a esas épocas, cuando todo solía ser más fácil, y, al menos a mí, arrancarme una sonrisa.
No todo el cine en México deben ser comedias simplonas de pedos y caídas, dramones desgarradores, historias de narcos llenas de fatalidad y cargadas de denuncia, pues también, tenemos derecho a divertirnos con una historia ágil y entrañable, como en este caso.
Muy recomendable.