Una familia de cigüeñas vive una vida apacible en Alemania, su hogar es cálido, los padres se aman entre ellos y sus hijos son adorables y el orgullo del nido, pero… Richard, el pequeño de la familia, pues… es un gorrión quien al haber quedado huérfano fue adoptado por esta familia quienes lo tomaron como propio, pero al llegar la hora de emigrar a África a causa del invierno, deben tomar la dura decisión de dejarlo atrás. Richard deberá embarcarse en un largo viaje donde conocerá a una loca búho y su amigo imaginario, así como a un lorito cuyo sueño es ser cantante de música disco, quienes lo ayudaran a encontrar a su familia.

Pues tal y como lo dijo Miguel Bosé en una de sus canciones “lo que atan genes se hace eterno, lo que ata amor, se hace ley” (Estaré – MTV Unplugged), y la cinta a donde va, es a explorar la dinámica familiar de los niños adoptados, intento explicar que, si bien un niño en estas condiciones, pudiera no parecerse a sus padres, es el amor quien lo convierte en uno de ellos.

 

 

Una bonita cinta para los pequeños que les deja un buen mensaje, y que además, tiene momentos entretenidos que mantendrán a los papás atentos, pues los excéntricos personajes que veremos, tienen buena química, digo, ver a un periquito con el ego inflado que además le dan miedo las alturas, un búho enano con problemas de gigantismo y un amigo imaginario o un loco grupo de palomas que se “conectan” a la red y revisan sus perfiles al pararse en los cables de la luz, el viaje de Richard, no solo a África, sino hacia el autodescubrimiento, está llena de momentos entretenidos .

De producción totalmente europea (Alemania-Bélgica-Luxemburgo-Noruega), se logra una animación respetable (claro, no son las animaciones de Disney-Pixar, pero tampoco son las de Anima…) lo cual abre interesantes mercados para el otro lado del mundo, apoyado claro, por una buena historia, sencilla sí, pero plagada de sensaciones, las cuales creo no sobran en ningún momento.