No cabe duda, que, especialmente en México, uno de los géneros más importantes (y nos esto queremos decir “redituables”), no por nada es que las sagas que normalmente suelen ser las más largas, o aquellas películas que generas más remakes/reboots, son las de terror, simplemente tienen mucho jugo que exprimirles.
Cuando tenemos la suerte de que una de estas sagas tenga una muy buena primera parte, es normal que la misma se vaya desgastando y ya para la quinta o sexta entrega, estemos viendo un producto que causa más lástima que gusto, y créanme, aun así, seguirá siendo un producto que dejara dinero en taquilla.
Anabelle tuvo la suerte de surgir como spin-off de una fabulosa película como fue “El Conjuro”, donde su breve aparición hizo que más de uno pasara una no muy buena noche, pero, lamentablemente, su historia en solitario fue bastante decepcionante, pero, lo que nos ocupa en esta ocasión, es su segunda parte, la cual actúa como precuela, o sea, sabremos de donde viene la terrorífica muñeca.
Del director de “Cuando las Luces se Apagan” David F. Sandberg, “Anabelle: La Creación” nos cuenta la historia de la familia Mullins, habitantes de un pequeño pueblo, donde Samuel Collins, el padre, es un fabricante de muñecas muy solicitado (y obvio es el fabricante de la muñeca). Su vida junto a su esposa Esther y su hija Bee es bastante tranquila, hasta que un terrible accidente termina con la vida de la pequeña.
De ese momento, damos un salto en el tiempo, donde años después, los Mullins deciden recibir a un grupo de huérfanas en su casa, junto a una monja (que ooooh sorpresa… está conectada con otro próximo spin-off de la serie… ¿me pregunto cuál?), estando en el grupo Janice y Linda, las dos pequeñas que quedaran hundidas dentro de esta pesadilla.
Vaya que con este personaje han encontrado una pequeña vasija de oro, pues apenas se anuncia cualquier cosa referente a ella y la expectativa comienza a subir como espuma, sin importar si realmente le genera miedo o no a la gente, y conste que hablar de películas de terror que involucren a un muñeco no son pocas las que hemos visto, siendo esta de las pocas que ni siquiera se mueven, si no es simple portadora de un gran mal.
Esta nueva entrega no nos trae nada nuevo, viene a solo revolver la misma historia, con el extra de estar dentro de un universo un poco más grande que el de su primera entrega (vamos, estar todo el tiempo dentro de ese horrible departamentito era molesto) así que estamos una vez, más en esa moción del mal absoluto contra la inocencia, donde se mal aprovecha lo que pudo ser una buena historia a favor de los ruidos fuertes y los sobresaltos para espantar al público, pero, sabemos que todo mundo irá a verla, esperando salir asustados de la sala… a mi lo único que me asusta es que sigan sacando historias como esta.