Una vez más, el gran director británico Edgar Wright ataca las salas de cine con una gran producción que una de buena manera dos mundos, el cine y la música (no desconocidos entre si, pero los convierte en un buen maridaje), cosa que suele ser compleja, porque normalmente, una cinta con un excelente soundtrack, suele ocuparlo para rellenar fallas en el guion, cosa que no es el caso con Baby Driver
Si bien la carrera de Wright ha estado mucho más enfocada en la comedia británica de tintes atolondrados, ahora llega un una película más energética y visual, alejada del estilo de “buddy movie” para centrarse en un solo protagonista, de esos que parecen tenerlo todo resuelto.
Ahora el director se sube a autos veloces con música a toda velocidad para traernos una serie de atracos a toda velocidad, en un gran espectáculo cinematográfico.
Así como suele pasar con el 3D, que falla si la película está al servicio de este y no al revés, lo mismo pasa con la música, y Wright logra provocar emociones en cada escena con su selección, convirtiendo los robos y las persecuciones en casi un musical, pues las canciones van marcando el ritmo de las secuencias, convirtiéndose así, en un personaje más de la película, con la misma importancia del resto.
Ansel Elgort interpreta a Baby de muy buena manera, como un conductor determinado, de quien sus expresiones faciales poco revelan especialmente al estar en compañía de sus compañeros de atraco (Jon Hamm, Jamie Foxx, Kevin Spacey, Jon Bernthal y la mexicana Eiza González, todos muy bien centrados en sus papeles) son la mezcla perfecta de un grupo encantador con la que no quisieras tener nada que ver.
Todo va bien hasta su tercer acto, donde la cinta comienza a dejar de tomarse un tanto en serio y se convierte en una exageración desproporcionada, *ojo*, no con esto digo que la cinta sea mala o no valga la pena, porque si lo hace, pero entre que uno de los malos se casi casi convierte en un imparable Terminator y dejamos un poco atrás la línea que se iba construyendo, digamos que es lo que evita que hablemos de ella como una de las mejores cintas del año.
Baby Driver es una película que encantará a las fans de Elgort, a los seguidores de Edgar Wright, a quienes gustan de las películas de acción y persecuciones, y por supuesto, a los melómanos.