Pocas veces podemos hablar de alguien que le haya visto la cara al FBI, la CIA, la DEA y los cárteles de droga colombianos (si, el de Pablo Escobar), tal vez, realmente solo podamos hablar de una ocasión, la cual fue ejecutada por Barry Seal, un piloto experto que fue reclutado por la CIA para tomar fotos y pasarles información, y a su vez también por el Cártel de Medellín para llevar de regreso a Estados Unidos mucha, mucha droga.
La dupla Liman/Cruise, a la cual ya vimos en acción en “Al Filo del Mañana” regresa una vez más, ahora con una película basada en la historia real de un hombre que simplemente decidió tomar todas y cada una de las oportunidades que se le pusieron enfrente, hasta que como dicen por ahí “trago más de lo que podía masticar” y todo termino por complicársele de más, pero con la particularidad de estar contada, a pesar de ser una historia sobre tráfico de drogas, traficantes e inteligencia internacional, de una manera jovial, burlona, irónica y bastante ligera, la cual hace que la cinta sea bastante llevadera, mostrándonos como muchas veces, para los altos mandos, el fin muchas veces justifica los medios… o estos más bien terminan no importando.
Barry Seal es un personaje pícaro, con el cual logras tanta empatía, que simplemente esperas que, a pesar de que todo lo que está haciendo está mal, todo le salga bien, pues es un pillo que logra salirse con la suya, y que además nos cuenta de primera mano su experiencia, y aunque el mismo nos indica que probablemente las cosas realmente no pasaron así, pero, ¿a quien no le gusta escuchar a alguien contarnos su versión de los hechos, aunque nos la pinte un bastante más bonito de lo que en verdad fue? Lo cual, como valor agregado, nos aleja de cualquier tipo de aburrida moralina.
Temía yo estar entrando a ver una versión llena de droga de Misión Imposible, pero es bueno ver que decidió salir de su zona de confort (con todo y que no deja de ser, como siempre, el mismo en cualquiera de sus actuaciones) y se permite ser bastante más alocado y divertido, así como llegar a parodiarse a si mismo en papeles anteriores, en un personaje que ahora no es “el tipo importante que toma las decisiones”, sino una fachada de ambos bandos y que le permiten desarrollar su propio egoísmo, al verse envuelto en un evento fuera de sus manos.
Una cinta fresca, entretenida, que permite pasar un buen momento y disfrutar del Tom Cruise simpático y ocurrente que a todos (o casi todos) nos cae bien.