Lo principal que me viene a la mente al escribir sobre una película donde actúa Judi Dench es muy sencilla… ¡UNO NO SE PIERDE UNA PELÍCULA DONDE ACTÚA JUDI DENCH!, en especial una donde interpreta a una de las mujeres mas poderosas del siglo XIX, reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, así como Emperatriz de la India, la Reina Victoria (siendo ya la segunda vez que lo hace), y más aún, si es la interpretación de uno de los pasajes menos conocidos de su reinado, cuando después de los festejos de sus 50 años de reinado, decidiera hacerse de un secretario indio musulmán, y peor aún (para la corte obviamente) convertirlo en su mejor amigo y consejero. ¿En serio alguien querría perderse eso?
La monarca de inicio es presentada como alguien que se nota ya esta harta del puesto y el protocolo, cansada de las mismas reverencias sin sentido y la hipocresía tras las sonrisas falsas de todos aquellos que quieren quedar bien con ella, por lo que procura comer lo más rápido posible para no tener que estar mas tiempo en las fiestas y que se queda dormida en eventos importantes, rituales diarios de la realeza que como tal, son vacíos y elitistas, pero precisamente eso engloba la importancia de lo que estamos viendo, pues nos lleva a la separación tan marcada de clases que existe, donde la servidumbre no es más que mero mobiliario que no tiene siquiera permitido ver a la monarca a los ojos.
Es en ese momento cuando conoce a Abdul, quien es llevado desde la India para ofrecerle un “reconocimiento” , y con quien comienza una amistad gracias a la poca pena que el joven indio tiene al hablar con ella (a diferencia de todos los que la rodean) y quien le abre un poco la visión a un mundo, que para ella no existe detrás de las múltiples paredes de su castillo, especialmente escondido tras los lamebotas y conspiradores que la rodean, siendo uno de los peores su hijo Bertie, quien a su muerte asumiría el trono como Eduardo VII.
Olvídense de aprender o tener un retrato amplio de lo que implica el legado o el momento histórico del colonialismo británico, que aquí es simplemente tomado como un acontecimiento que ocurre durante el desarrollo de la cinta, y del que al parecer Victoria tiene muy poca idea (¿será que Stephen Frears desea eximirla un poco de culpa?) y enfoca toda su atención a la parte bonita de la floreciente amistad entre este tan poco probable dúo, así como los ataques diarios recibidos por parte de los miembros de la Casa Real.
El personaje de Abdul, por muy simpático que es, queda un poco plano en cuanto a esencia, y queda retratado muy al estilo de los “magical negro” (personaje negro normalmente dotado de poderes sobrenaturales o amplios conocimientos al servicio de un hombre blanco) y no nos permite tener un trasfondo mas enriquecido sobre sus motivaciones, y solo sabemos que esta encantado de ser el sirviente de la reina, dejando al resto de la “clase alta” como villanos un tanto caricaturescos.
Dejando de lado ese “status quo” donde la critica tan idealizada a ese conflicto es meramente anecdótica, “Victoria y Abdul”, si es vista meramente como una película sobre una bella amistad entre las dos personas menos pensadas, es toda una delicia, fuera de eso… Es una fantástica irrealidad.