Titanes del Pacifico: Insurrección… cine por pura ganancia

Sin haber llegado a ser un hito dentro del mundo de las películas de ciencia ficción o un gran éxito de taquilla, Titanes del Pacifico, creación de nuestro querido Guillermo del Toro, nos entregó una cinta llena de acción, gracias a sus escenas plagadas nostalgia e impresionantes momentos de “Robot Gigante vs. Monstruo marino gigante”, que innegablemente, no podremos nunca olvidar.

Como nuestro adorado gordito ya tenía otros planes y nulo interés en regresar a esta franquicia, ahora se le entregaron las riendas al director Steven S. DeKnight, quien, nos entrega una segunda parte muy floja, con acción un tanto tediosa y con tantos agujeros argumentales, que bien podría llamarse “Quéso Gruyére: La Película”.

Años después de que los humanos ganaran la batalla en contra de los Kaijus y cerraran la entrada a nuestro mundo, la secuela nos presenta a Jake Pentecost (John Boyega), hijo del famoso Stacker Pentecost (Idris Elba, quien recordemos sacrifico su vida para librar al mundo de la invasión), quien tras abandonar el ser Ranger, se dedica a robar partes de Jaegers para vivir, en un intento bastante desangelado de héroe.

Héroe obligado, con la sombra y presa de la fama de su padre, y en un movimiento que no podría ser más cliché que otra cosa, ¿en qué otros hombros podrían residir el destino del planeta más que los suyos cuando los Kaijus regresen?

 

 

En este nuevo tipo de movimientos que tanto funcionan, obviamente necesitamos tener una niña genio que sea en parte héroe de la cinta, porque ¿Cómo va a ser que el ejército logre algo sin un menor de edad? ¿no? Amara, la pequeña heroína (Cailee Spaeny), está obsesionada con construir Jaegers para vencer a los invasores y obviamente tiene un trauma pues ellos mataron a su familia (ella y medio mundo…)  y pues claro que tenemos que darle algo a Jake que lo haga preocuparse aparte de sí mismo para cuando llegue el ataque.

Algunos de los personajes originales regresan, entre ellos Mako Mori (Rinko Kikuchi), así como Gottlieb (Burn Gorman) y Newt (Charlie Day), quienes, dentro de todo este desastre, son los que mantienen el barco un tanto a flote, y en la parte de “¿Por qué él no es el protagonista?” tenemos a Scott Eastwood, quien la hace como del “Iceman” de Boyega (tomando en cuenta q este fuera “Maverick”, cosa que nomás no) y que queda reducido a ser simplemente el “rival que, a pesar de todo, “siempre ha creído en el”… cosa fea.

Cuando, debido a cierto sabotaje de cierto programa, no solo los Kaijus regresan, si no que logran “fusionarse” con Jaegers, este desangelado grupo debe unirse (incluyendo a un grupo de estudiantes… como si no hubiera suficientes pilotos en el mundo) para combatir la amenaza. Una que otra referencia que se nota obvia para agrandar el universo y abrir paso a la tercera parte (por que ahora sabemos que la sangre Kaiju puede servir como una especie de “gasolina”), aunque la cinta termine siendo una nueva versión de la serie de los Power Rangers, donde apenas pasada la mitad de la película podamos empezar a ver un poco de malograda acción que no me trae nada más que le pensar que es un mega comercial para vender la nueva línea de juguetes.

Una cinta que probablemente vuelva a ver un domingo a la hora de la comida durante “Cine Permanencia Voluntaria” (si es que aún existe).

 

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