A la Deriva… el inclemente mar no perdona ni al amor


 

Tami Olham y su prometido Rchard Sharp fueron contratados para llever un yate de Tahiti a San Diego, un viaje de 6438 kilómetros. A la mitad de su viaje por el Océano Pacifico se topan con el huracán Raymond, el cual comenzó como tormenta tropical y comenzó a tomar fuerza las semanas subsecuentes. Sus intentos por controlar la embarcación con esos monstruosos vientos, termina cuando Richard cae por la borda. Tami despierta con un fuerte golpe en la cabeza sobre el bote que esta bastante dañado, pero se las arregla para repararlo de la mejor manera posible, donde intentarán sobrevivir solo con la ayuda de un sextante, un bote que debe manejarse de manera manual y las estrellas como guía… Todo esto basado en el libro de Tami Ashcraft “Red Sky In Mourning; A True Story of Love, Loss and Survival at Sea” y dirigido por Baltasar Korkámur, una gran historia de supervivencia, así como de amor, pero de ese amor que termina golpeándote el corazón con un martillo de construcción.

Comienzas la película viendo a Tami (Shailene Woodley) recuperándose de una herida en la cabeza y desesperadamente buscando a Richard (Sam Claflin), cuya red de seguridad cuelga abandona a un lado del barco. Con grandes esfuerzos repara lo mas posible para poder salvarlo una vez que lo encuentra casi inconsciente apenas sujetándose de un trozo de madera, y cuando por fin puede rescatarlo, descubre que su pierna esta completamente deshecha y sus costillas colapsadas… ahora también tiene que cuidar de el mientras encuentra la manera de desviar el barco para llegar a Hawaii, cosa que no es mas que una apuesta que tiene todo para salir mal.

 

 

Es ahí donde comenzó lo primero que no me cuadraba de la película, pues una vez que están en el barco, mucha de la interacción entre los dos, son puras frases cursis sobre el haberse encontrado y los colores del cielo, cuando vamos, estamos viendo la película por la tormenta y ver como sobreviven, no por ver si su amor sobrevivirá un naufragio, además de estar saltando a distintas partes de su relación, de ellos lidiando con el problema, a como se conocieron, a lo que paso durante la tormenta, pero una vez que logramos unir todos esos elementos, ya hacia el final de la cinta, es cuando todo lo ocurrido toma forma, y de cierta manera, te da un horrible golpe de realidad, que a mi, si me apachurro un poco el miocardio.

Obvio la cinta llamará mucho la atención del publico joven debido a sus protagonistas, a quienes ya vimos en adaptaciones literarias adolescentes, pero que prestan una buena interpretación a la cinta, tal vez no con la mas fuerte de las quimicas entre protagonistas, pero lo suficiente para mantenerla a flote (¿vieron lo que hice ahí?).

A Korkámur no le es extraño el terreno de las cintas de supervivencia (“Everest”)  el mar le es totalmente familiar, lo que le permite mantener gran control y precisión sobre las tomas, y vaya que no es fácil lograr que estas coincidan mientras se graba en altamar, el cielo, el clima, la tormenta, y las olas, en cualquier secuencia, todas son consistentes, y dentro de esta apreciación, también queda constatar el gran trabajo del fotógrafo Robert Richardson, quien frecuentemente trabaja con Tarantino)  y el fabuloso trabajo que logra para que el mar pase de ser, un lugar para disfrutar y vivir el amor, a un terrible monstruo, que una vez molesto, no perdona a nadie.

 

 

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