Una vez más el Señor Ávila regresa de la muerte, ahora con un claro objetivo: la venganza. Al igual que ocurre en las más famosas novelas policíacas, en la cuarta temporada de Señor Ávila, la intriga es el motor del drama, que girará en torno a descubrir, no al asesino o asesinos, sino a quienes están por detrás, los verdaderos señores que manejan todo.

La ambición de poder ya no es su móvil. El Señor de Señores, no pasa de ser más que un esclavo de si mismo y de una organización aún mayor. El miedo se ha instalado en él, pero también el deseo de vengarse y para ello contará con un nuevo aliado. No confía en nada, ni en nadie, y su único refugio e interlocutores son los muertos que lleva encima.

En Señor Ávila no aplica el conocido principio de “el crimen no paga”. Generalmente los criminales se escapan ante las narices de los policías, quienes en muchas ocasiones son cómplices y parte interesada del crimen.

 

 

En esta temporada el acertijo comienza con una lista de nombres y una alianza, mientras todo continúa como siempre:  Ávila sigue siendo el Señor de Señores, tiene nueva oficina y nueva mano derecha; Iván es ahora el Señor Alcázar y como tal, miembro del Consejo de Señores;  Ana continúa a su lado, en la funeraria; operadores nuevos y viejos ejecutan contratos; los policías Sánchez y el Buitre mantienen una alianza de mutua conveniencia y Cardozo, antiguamente conocido tan sólo como Poderoso, es la única cara visible de los 12 apóstoles.

La organización que todo lo controla, no parece tener una cabeza visible. Si es que existen, no sabemos quienes son, cuáles son sus intereses, a qué se dedican. Quizás su mayor acierto, es sembrar en todos la duda.