Denzel Washington tiene muchos aciertos en su carrera cinematográfica, muchos… pero “El Justiciero”, (The Equalizer) definitivamente no es uno de ellos, es más, me aventuraría a decir que probablemente sea la peor de sus películas (si, mas que “Book Of Eli”) y es por eso que me sorprendí y no me la creía cuando vi anunciado que harían una segunda parte cuatro años después, lo que definitivamente me parecía un desperdicio de recursos, pero, hoy tuve la oportunidad de verla, y debo decir, que si no quede maravillado con lo que vi, si quede bastante sorprendido, pues en esta segunda oportunidad, lograron lo que debieron haber hecho en la primera entrega.
Robert McCall es un justiciero callejero, nunca ha necesitado ni querido una vida extravagante, el es feliz con su perfil bajo y sus libros, pero esa felicidad se resquebraja cada vez que encuentra a alguien que esta siendo violentado, vulnerado u oprimido, pues eso pone en alerta máxima sus sentidos y sus capacidades de caza, para terminar con dicha injusticia, siempre distinguiéndose por no adjudicarse ningún logro, ya sea desde una niña secuestrada por su propio padre o un grupo de yuppies drogadictos violadores, el se encarga siempre de “equiparar” el terreno de juego, encargándose de que los culpables reciban mucho más allá de su merecido, y créanme que sus técnicas, aun solo como espectador, son bastante dolorosas.
El grueso de la trama, y lo llamo así por que dentro de la misma, tiene algunas “subtramas”, como ayudar a un sobreviviente del Holocausto o ayudar a un adolescente de futuro prometedor a no arruinar su vida juntándose con pandillas violentas, se ve obligado a volver a entrar en acción, cuando tras una conspiración criminal, su contacto de la CIA (y mejor amiga) es asesinada, lo que lo obliga a salir de su retiro (o mejor dicho, de su propia “muerte”) para descubrir a los culpables, y hacerlos pagar.
Nunca he tenido empacho en decirlo, pero ODIÉ, si, así con mayúsculas, la primera entrega, pues era increíblemente ridícula y con las escenas de acción mas malogradas de hace mucho tiempo, de esas que intentan ser solemnes e impresionantes, pero logran todo lo contrario, pero en esta entrega, que como ya mencione, pensé que terminaría viendo la misma basura, me sorprendí que por fin, el director Antoine Fuqua logro darle un poco más de dimensión e intención al personaje, que si bien la película es un tanto mas larga de lo que debía (mucha paja como le decimos por acá), es infinitamente mejor, con mucha mas substancia… dedos rotos, tripas y muchos cuellos rotos.
Me da gusto decir, que esta vez, “El Justiciero” recibió justicia cinematográfica.