Pues el “Conjureverse” lo sigue intentando y sigue fallando, pues después del éxito (y gran cinta) que resulto ser la primera entrega, de su secuela a los spin-offs que hemos tenido (y los que faltan por venir) ninguno ha logrado emular el éxito y la calidad de la primera, pero que, para suerte suya, siguen haciendo carretadas de dinero, por lo que no se le ve fin a esta saga que necesita urgentemente de un refresco en sus ideas y ejecución, y lamentablemente “La Monja” no es ese tan necesario cambio.
La Monja nos presenta al Padre Burke (Demian Bichir) y a la Hermana Irene (Taissa Farmiga), quienes son encomendados por el Vaticano a viajar a una lejana y solitaria abadía en Rumania, para investigar los hechos que llevaron al aparente suicidio de una monja del lugar en 1952. A su llegada, se encuentran con “Frenchie” (Jonas Bloquet) un chico local que se encargaba de llevar comida a las monjas y que los ayudara a recorrer los escarpados bosques, a su vez, que funciona un poco como “comic relief” de la cinta ¿en serio necesitamos uno en una cinta de terror?)
Vaya que este es un claro ejemplo de lo que es no querer esforzarse en mostrar un producto con la calidad necesaria y que se basa exclusivamente en “sustos” fáciles y bastante comunes, locaciones eternamente brumosas, puertas que se abren, radios que se encienden solas, voces perdidas y susurrantes en los pasillos y figuras extrañas que siempre aparecen detrás de los protagonistas en cualquier ocasión que deciden colocarse frente a un espejo, así como sonidos y música estridente junto a apariciones sorpresivas dentro de la pantalla, que intentan provocar sobresaltos de una manera muy barata y que hace que en más de una ocasión, las situaciones más de risa que de miedo.
Es la típica película donde cuando ves que el personaje va a cruzar una puerta con una inscripción que dice “Dios termina aquí” o que camina en un pasillo lleno de cruces invertidas, lo único que puedes hacer es decir “¿en serio? ¿estás loco? ¿vas a entrar?”.
Ahora, no puedo negar un par de aciertos, como son, el maquillaje de Bonnie Aarons como el demonio “Valak” es bastante efectivo (aunque el personaje sea tan malogrado y forzado) y la ambientación, pues la abadía donde se lleva a cabo la acción, si te logra invadir con una sensación de terror al lugar donde se encuentran los protagonistas, o se al típico “yo no loco o en drogas entraría ahí”.
Para lograr tener un villano, en este caso un demonio, necesitamos fijar tanto sus poderes como los limites de los mismos, a la vez que conocemos, tal vez, un poco sobre su origen, cosa que aquí no pasa, y deja una trama incoherente e inconsistente, que despoja a Valak de toda fuerza y presencia.
Es una verdadera lástima que, después de tan buena película que fue el primer Conjuro, la saga no logre entregarnos algo más sólido, y nos hace pensar, que realmente James Wan, necesita darle nuevos aires a su saga, urgentemente.
Eso sí, no nos equivoquemos, a pesar de todo, la película hará su buena taquilla y seguiremos viendo cintas basura de este alguna vez buen universo.