
Probablemente muchos de ustedes no tuvieron la oportunidad de vivir esta época, no les toco tener repisas llenas de Cds, o tener que ir a comprar cada cierto tiempo su revista favorita musical para conocer las últimas nuevas de sus artistas favoritos, y seguramente no les toco cuando los “Air Jordan” eran el articulo mas preciado… hasta me impresiona de pronto que pudiera parecer que estoy hablando de una época completamente ajena y distinta a la nuestra, que pudiera ser encontrada en una excavación arqueológica (o sea… ¡esos incivilizados ni siquiera se comunicaban por internet!) Así comenzamos en “En Los 90”, la Opera Prima de Jonah Hill (si, el gordito simpatico de Superbad) quien nos lleva de paseo a hace ya 30 años en el pasado.
En la historia, conocemos a nuestro protagonista Stevie (Sunny Suljic), un chico que viene de un hogar roto, con un hermano abusivo (Nicholas Hedges) y una madre un tanto despreocupada y obsesionada consigo misma (Katherine Waterston) como para ver que sucede mas allá de sus narices, al momento en que conoce a un grupo de chicos mayores y cuya vida gira alrededor de las patinetas, dándole la tintes interesantes a la historia, el fijarse en los pequeños detalles que nos detallan esta sub-cultura, así como un poco el accionar de aquellos involucrados.
Estos chicos, a pesar de ser mas grandes, aceptan al pequeño Stevie como uno de ellos, así que comienza a ser parte de sus conversaciones, de su mundo, comienza a practicar mas y mas duro en su patineta para poder ser verdadera parte del grupo y de la dinámica tan reservada que tienen con el exterior y algún día poder ser tan “pro” como ellos.
El líder de este grupo es Ray (Na-Kel Smith), un chico que sueña con convertirse en profesional de la patineta (el equivalente en esa época a ser gamer profesional ahora) y que podría darle algo de estabilidad económica. Su mejor amigo es “Fuckshit” (Olan Prenatt), un chico que, si bien también tendría las condiciones para convertirse en profesional, se siente un tanto mas atraído por el alcohol y las drogas. “Fourth Grade” (Ryder McLaughlin) es apodado así por que su inteligencia (según sus amigos) es de cuarto grado, se la pasa todo el día grabando a sus amigos. Y finalmente, Ruben (Gio Galicia), quien es el primero en amigar a Stevie y en darle consejos (bastante malos) sobre como comportarse y evitar que vayan a pensar que es “gay”. Así la travesía de estos chicos, quienes comienzan a rondar esa etapa de madurez física que se desfasa totalmente con la mental, y que llevan al pequeño Stevie a un viaje para el que no esta nada preparado.

La idea de Hill, es aplicar algo por lo que es muy conocido en sus actuaciones, permitir que este grupo de actores técnicamente desconocidos, sea totalmente natural, evitando un poco “la actuación”, para que se comporten mas como un grupo de amigos que se conocen desde pequeños dando asi mucho pie a la improvisación.
Las personalidades de cada uno de estos chicos es la que va marcando el rumbo de su amistad: La seriedad de Ray con querer ser profesional, lo distancia de un celoso y fiestero “Fuckshit”, o Ruben, quien es el primero en iniciar amistad con Stevie, y quien termina siendo el convertirse en su “enemigo” pues comienza a tenerle celos cuando ve lo popular que se vuelve, siendo que el es muy inseguro y siente que todo lo que hace evita que se vea “cool”.
¿Cuál es el problema con esta película? La inhabilidad de Jonah Hill para “explicarnos” a sus personajes y permitirnos así entenderlos… ¿Qué pasa con Ian, el hermano de Stevie? ¿Qué ocurre con estos chicos cuando llegan a casa? ¿De que contexto familiar vienen? ¿Cómo por que aceptan a Stevie cuando son tan cerrados con todo mundo? Detalles sencillos que hacen a los personajes mas atractivos para la audiencia, mas “identificables”.
Sin buscar entregarnos esa “relevancia universal” o catarsis que muchos directores buscan, Jonah Hill nos entrega una película sin los clásicos clichés del niño que de pronto entiende su importancia, o se vuelve profesional en lo que intenta, llena de música representativa de la época (y composiciones de Trent Reznor y Atticus Rose, que sabemos es calidad), así como algunos bellos fotogramas que se agradecen a lo largo de la cinta, pero en una historia que por momentos se siente áspera, como si hubieran grabado el primer borrador.
