
Pues llegó el momento de que la nueva versión de Mortal Kombat estrene en salas de cine. Esperada durante mucho tiempo después de varios estira y afloja, cosa que me tenía bastante emocionado, ya que siempre me ha encantado esa franquicia de videojuegos (y para qué mentir, me gusta ver la versión noventera, tan mala de un modo ‘cheesy’, que es buena) repleta de personajes icónicos, los cuales, durante años, nos han dado la satisfacción de realizar movimientos violentos y ejecutar bestiales “fatalities” a nuestros oponentes. Pero una serie de videojuegos, cuya excusa principal es enfrentar personajes para que se destripen, al parecer causa muchas complicaciones a la hora de pasarlo a la pantalla grande.
Admito que durante un buen rato, desde que la anunciaron, estuve muy emocionado con la noticia, pues cabía la posibilidad de por fin ver ésta historia bien contada, junto a cantidades exorbitantes y exageradas de sangre; pero hace relativamente poco, comenzaron a darse una serie de circunstancias que, una vez puestas juntas dentro de este mundo de la critica cinematográfica, te empiezan a generar una mala espina, pues son “situaciones” que solo suceden cuando la misma productora/distribuidora no confía en su producto. No obstante, antes de entrar a la sala, me puse completamente en actitud positiva, vaya ¡estaba por ver Mortal Kombat!
Tengo que hacerle caso a mi intuición más seguido…
La historia comienza en Japón (feudal quiero suponer) donde encontramos a Hanzo Hasashi, líder del clan ninja “Shirai Ryu”, quien al parecer disfruta de una vida tranquila al lado de su esposa y sus hijos. Todo ésto termina cuando un clan de asesinos, liderados por Bi-Han (enemigo jurado de Hanzo, sin razón ofrecida), acaba no sólo con la vida de su esposa e hijo mayor, si no con la del mismo Hanzo, dando inicio así a la leyenda de la dinastía Hasashi, y detonando una serie de eventos que desencadenan en la historia de la película (haciéndonos creer que Scorpion va a ser mucho más importante de lo que termina siendo).

El décimo torneo de Mortal Kombat está por iniciar, y de ganarlo por decima ocasión seguida, las fuerzas de Outworld, comandadas por Shang Tsung, podrán ocupar “Earthrealm” (o sea La Tierra) por vía de la fuerza, por lo que Lord Raiden, dios del trueno, debe juntar a los guerreros elegidos (ahora se decide su participación por medio de un “tatuaje” o “marca” que les aparece al vencer a alguien que lo tuviera previamente, tengan o no experiencia) para evitar el final de la humanidad. Pero Shang Tsung decide que es más fácil terminar con los héroes de la Tierra antes del torneo, por lo que, de manera decepcionante, nunca llegamos realmente a ver el torneo de “Mortal Kombat” (en…su…propia…película…)
Todo ésto además me hace preguntarme ¿Por qué demonios Raiden espera a que el torneo esté a días de empezar para reunirlos? ¿No sería mejor meses o años antes? Algo descuidado y procrastinador ese “dios del trueno”…y además ¿En serio Kano es uno de los elegidos para salvar a la Tierra? ¿Neta? No entendimos mucho la dinámica de los personajes, ¿verdad? (y extrañamente, Kano es el personaje mejor desarrollado de toda la historia).
De manera increíble, uno de los personajes más emblemáticos de toda la serie, Scorpion, es completamente desaprovechado, dándole un gran momento al inicio de la cinta, para al final solo dejarlo aparecer en un 7% de la historia, en la batalla final, un desperdicio total. Como Hanzo, su aparición nos hace creer que su personaje tendrá un gran desarrollo, generándonos bastante empatía por lo que sufre, y sí, cuando aparece ya como el famoso espectro del infierno que todos conocemos y queremos, es una fuerza brutal imparable, que sólo nos deja queriendo más, y sufriendo por no verlo aparecer en mas ocasiones, dejándonos solo su pelea con Sub-Zero. (Y sí, aunque no lo crean, aparece la famosa frase de Hal Wilkerson de “Malcolm In the Middle”). Joe Taslim logra un Sub-Zero, si bien intimidante, baste superficial y sin esencia, bastante planito.

En lugar de tener como protagonista a cualquiera de los héroes que conocemos y que nos encantaría ver convertidos en protectores y campeones de Earthrealm, se fueron a inventar un personaje nuevo, Cole Young, un peleador de estilo MMA, con un “background” bastante sacado de la manga, terriblemente unidimensional, con un poder horrible y que definitivamente debe ser uno de los peores protagonistas que podríamos desear para una película como ésta, en la que por cierto, las habilidades especiales de cada personaje (hielo, fuego, etc.) ahora son adquiridas al liberar la “arcana” (y van a escuchar esa palabra un millón de veces) lo que hace que varias de éstas habilidades se vean bastante ridículas (Jax, te estoy hablando a ti). Adicionado a que el entrenamiento para “liberarlas” tarda una eternidad. Fácilmente pudieron haber convertido a Johnny Cage en el protagonista y todo hubiera sido mil veces mejor… pero “pss” quisieron ser diferentes ¿no?
La historia pasa demasiado tiempo siguiendo a los personajes, sin que hagan nada, en lugar de darnos lo que necesitamos (acción y sangre) por lo que la primera hora de la película se siente muy aletargada, larga. Obvio hay momentos que satisfacen ¿tenemos peleas? Sí bastantes, ¿tenemos Fatalities? Relativamente pocos para lo que hubiera esperado, pero varios de ellos son bastante sangrientos (no para convertirla en una cinta clasificación “C”, pues pudo ser aún más violenta) ¿Tiene easter eggs? Si, suficientes para el ojo entrenado del fan Mortalkombatero, ¿Suficientes personajes? Si, aunque algunas decisiones muy raras, como Reiko y Nitara, y la omisión de otros que me parecía mucho más importantes, pero bueno.
Si me preguntan, el director Simon McQuiod nunca ha jugado realmente el juego y sólo se basó en lo que le platicaron. (No, no necesitamos a los personajes a fuerza diciendo “Fatality” o “Flawless Victory” al terminar las peleas).
Las batallas (en su mayoría) nunca se sienten especiales, no hay realmente un “Versus” inolvidable, siempre están como encimadas, y para ser un grupo de personajes que cuentan con gran variedad de superpoderes y movimientos especiales, pues, se pegan mucho, y después…se pegan un poco más… sí, con buena coreografía, pero una vez más, desaprovechando el potencial que tenían (¿Dónde quedan los famosos y brutales combos que conocemos?) ¡Oh, decepción!

Ninguno de los personajes logra tener suficiente tiempo en pantalla como para que puera tener dimensión y desarrollo, sólo practican, se desesperan, se dicen cosas entre ellos, y sueltan su origen en una o dos frases, nunca nos dan nada de substancia. ¿Por qué está Sonya tan obsesionada con el torneo si ni siquiera es una de las elegidas? ¿Quién es Kung Lao, aparte del heredero de otro Kung Lao? ¿Por qué odia tanto Bi-Han a Hanzo? ¿Cómo se convirtió en Sub-Zero? ¿Por qué trabaja para Shang-Tsung y Outworld? Pues si no conoces los videojuegos, te vas a quedar con la duda.
Ni siquiera los villanos logran ser interesantes. Goro, el temible y gigantesco príncipe Shokan, no pasa de ser un personaje genérico que se muere de la manera más ridícula en su primera pelea ¿en serio?… y el pobre Chin Han (Shang Tsung), terriblemente acartonado y caricaturesco, no llena los zapatos del Shang por excelencia Cary-Hiroyuki Tagawa, quien hizo un gran e inolvidable trabajo en la primera versión.
La cinta busca desesperadamente que tomemos en serio a los antagonistas, pero nunca nos da una razón suficiente para hacerlo, pues tampoco tenemos historia o motivo fuera de la malvada malvadísima maldad de conquistar la Tierra (Oh, que malvado! Ahora que juegue con su bigote mientras ríe con una fuerte “muajajaja”). Lo siento, todo termina sintiéndose muy ridículo, y conste que hablamos de una historia que en ningún momento es un tratado filosófico super profundo, vaya… ¡es Mortal Kombat!
¿Quién va a salir de la película diciendo “meh, me entretuvo”? Aquellos que entren sin esperar nada, y si no son fans de los juegos, probablemente sea mejor. Pero los fans, los verdaderos fans de los juegos, saldrán con la decepción de saber que vieron una película con mucho potencial, que nunca supo explotarlo.
Necesito ver a Christopher Lambert con su peluca blanca y larga para quitarme el mal sabor de boca.
