
Matrix esta de vuelta en cines por primera vez (con una nueva historia, claro está) desde 2003, cuando nos tocara ver “Matrix Revolutions”, año en el que también nos tocó disfrutar del ómnibus de historias de “Animatrix”, que nos detallaba un tanto mas la creación de la Matrix, la guerra contra las maquinas y el como los humanos terminaron siendo meras fuentes de energía. Y es así como volvemos a adentrarnos dentro del “serververso” de Warner Bros. en su versión mas meta y auto explotable de la directora Lana Wachowski, quien revive este universo cyberpunk filosófico, en un nuevo planteamiento para los personajes que ya conocíamos y amábamos… hace 20 años, en una cinta que si bien no supera a las primeras dos entregas, no es la cosa horrible que nos entregaron con la tercera, es simplemente, un nuevo inicio, como predicho, solo que en lugar de un “nuevo elegido”, el Neo que conocemos (aunque con look más de John Wick) está de vuelta.
Escrita por Wachowski, David Mitchell y Aleksandar Hemon, “Resurrections”, dentro de su estilo muy único de profundidad filosófica-existencialista, explica el por que existe como secuela… si, en esta ocasión (de alguna manera que no les contaremos para que se enteren cuando la vean), los personajes de la historia están conscientes de la existencia de Matrix 1,2 y 3… interesante descubrir cómo y por qué. Todo comienza con un nuevo personaje llamado “Bugs” (Jessica Henwick) quien se pasea entre las sombras, viendo aquella famosa primera escena del escape de Trinity en Matrix, notando que varias cosas son distintas, comenzando con una Trinity que es ella, pero a la vez no lo es… para en ese momento verse involucrada en la balacera, mismo momento en que tiene un intercambio con el Agente Smith… que no es el agente Smith que conocemos, es Morpheus… aunque tampoco es el Morpheus que conocemos… en lugar de Laurence Fishburne, tenemos a Yahya Abdul-Mateen II… ahora solo queda descifrar el por que de esta maraña de personajes que son pero no son. Y si, al parecer Neo (Keanu Reeves) y Trinity (Carrie Anne Moss) ahora, si, los que conocemos, están por ahí, escondidos en algún lado, y es imperativo encontrarlos. Thomas Anderson, una vez más, deberá decidir tomar la pastilla roja por sobre la azul, la cual le han estado suministrando como antidepresivo para mantenerlos alejado de su verdadero objetivo.
El meollo del asunto, sigue siendo la historia de amor entre Neo y Trin (ahora conocida como Tiffany), aunque ahora no se conozcan… pero si… (ya se, confuso, pero todo se va acomodando), mientras viven en este universo que no se cansa de dar pequeños recordatorios de lo que ya vivieron (como platicas en el trabajo de Thomas sobre como se necesita un nuevo “Bullet Time”, o el café donde se encuentras, que se llama “Simulatte”) mientras no se cansan de recordarnos a cada paso, las similitudes que se van viviendo con las primeras entregas, intentando recordarnos lo que solían significar el uno para el otro, y no tanto el por que en esta ocasión deberían volver a estarlo, ahí sí, me quejo un demasiado de intento de convencernos con nostalgia.

Thomas a veces se distancia de la realidad, y siente que este universo de la Matrix a veces lo envuelve e intenta aprisionarlo una vez más, problema que ha resuelto un poco con ayuda de su terapeuta (Neil Patrick Harris), con quien asiste desde su intento de suicidio, donde él estaba convencido de poder volar, pero ese es un personaje al que no hay que explicar mucho, pue es mejor descubrirlo. Y mientras Morpheus y su cambio de apariencia es un misterio, también tenemos al siempre fabuloso Jonathan Groff como el Agente Smith, en una nueva versión bastante interesante y con bastante potencial, y quien al parecer estudio muy bien a Hugo Weaving en el papel, para mantenerlo dentro de personaje conocido.
Ahora… ¿Es esta una historia que necesitaba ser contada? ¿descubre algún nuevo tipo de hilo negro? No, ni cerca, de hecho intenta demasiado explicarse a si misma y como los cambios dentro de la Matrix se dan para contar una nueva historia (y de cómo se seguirán dando mientras se puedan hacer más secuelas), pero dentro de si misma, como una historia de un universo conocido, sirve para pasar el rato y saber que paso mas adelante con personajes como una ahora vieja Niobe (Jada Pinkett-Smith), o el que acción tomaron las maquinas después de su trato con Neo, y aunque nos falta esta sensación de peligro inminente, mismo que justifique una nueva aventura, por lo que es como una visita a un parque de diversiones que te gusta mucho… ya lo conoces, te lo sabes de memoria, pero aún así, disfrutas cuando vuelves a ir.
¿Qué es lo que mas vale la pena y el por qué la disfrutarías para domiguear? ¡Obvio! La acción… nada más.
Desbordante y acelerada, justo como nos tenia acostumbrados, una vez que comienzan las peleas en la cinta, estás viendo justo lo que necesitabas para pasarla bien. Golpes impresionantes a toda velocidad (además de un gran cambio, en lugar de solo ver repetido muchas veces a Smith, la escena final tiene un giro interesante dentro de la programación de la Matrix) en donde no podía faltar la moto de Trinity.
Tal vez tu mente no vuelva a ser liberada como lo fue hace 20 años, ni el cine sufra una radical transformación, pero, nos permite revisitar a personajes queridos en un nuevo planteamiento, que para muchos será una terrible decepción, para otros, mera acción y entretenimiento puro, pero si, ya no importa si decides tomar la pastilla roja o la azul, en este caso, ambos se han convertido en placebos.
