Review de «El Callejón de las Almas Perdidas»

Para el momento en que Stan Carlisle (Bradley Cooper) dice su primer dialogo en la nueva película de Guillermo del Toro, basada en la novela homónima de William Lindsay (1946) y segunda adaptación de la misma (1947), después de varios minutos de iniciada, ya lo vimos arrastrar un cadáver y prenderle fuego a una casa. Convertido en un fugitivo, no de la ley, si no de su pasado y su resentimiento, Stanton se convierte en parte de un carnaval ambulante de los años treinta, el cual esta lleno de actos con fenómenos y trucos de mentalismo.

Ese primer dialogo va dirigido al “salvaje” de la feria, un alcohólico, despojado de toda humanidad por puro entretenimiento morboso del público, mientras es perseguido tras escapar de su jaula, pues el ser considerado una deforme atracción lo ha llevado al borde de la locura, y sin saberlo, Stan, pudiera bien estar mirando un espejo.

Aún si conocer la novela o la adaptación anterior, la parábola cíclica establecida por Del Toro es palpable a través de su entendimiento de la dramaturgia “noir”, tanto visual como temática… “Nightmare Alley” se va convirtiendo en una historia de pasajes psicológicos y espirales descendientes hacia la locura, y al adentrarse en ellos, Stan se arriesga a nunca volver a salir. Si ponemos atención, veremos referencias al simbolismo circular establecido en la producción de la cinta, impecablemente diseñada por Tamara Deverell, quien de un momento a otro nos lleva del sucio, aunque acogedor y familiar carnaval, a las enormes y anónimas calles de Nueva York, con sus lugares ostentosos, si, pero vacíos de alma, obedeciendo a las necesidades del guion.

El gran trabajo de Deverell es complementado con la fotografía de Dan Lausten, que no es ningún extraño a la hora de trabajar con Guillermo, y quien ha dotado al producto final de una luz tan particular, que parecer dotar a los personajes de auras brillantes, que, complementando la visión de nuestro mexicano director, dotan de vida a esta historia de cine de género, eso sí, sin dejar de lado, a los siempre consentidos monstruos que lo caracteriza… esperen a conocer a Enoch y verán.   

Estando en el carnaval, Stan comienza a formar lazos con personajes excéntricos como Bruno, el hombre fuerte de la feria (Ron Perlman), The Major, el hombre mas pequeño del mundo (Mark Povinelli), y Funkhouse Jack, el maestro de ceremonias (Cliffton Collins Jr.), pero será con la vidente, Madame Zeena (Toni Collette) y su marido Pete (David Strathairn) con quienes descubrirá su nueva vocación. A través de un sofisticado y complicado código verbal, fingen poder leer mentes y adivinar objetos con los ojos vendados, pero mas importante aún, con la capacidad de apoderarse de la incredulidad del público. Esto se volverá un oscuro objeto del deseo para Stan, al igual que el amor de Molly (Rooney Mara), una hermosa chica del carnaval, quien pronto cae rendida ante su estilo.

Bradley Cooper, uno de los actores que mas se distinguen por su intrigante selección de variados personajes en sus cintas, convierte a su “antihéroe” en una sensacional figura que navega entre la ingenuidad y el exceso de confianza, hasta la dolorosa resignación, mostrando una increíble transformación que nos hace siempre dudar, si en verdad es tan desalmado como podemos creer que es, o si solo es una idea nuestra. Pero sea lo que sea, Stan no deja de ser un niño atrapado en el cuerpo de un hombre, que llora por la aprobación de su padre, mientras que, enardecidamente, se disfraza de éxito para conseguir todo lo que desea.

“La gente esta desesperada por ser vista… desesperada por decirte quienes son”, son las palabras con las que Stan comprende como funciona la manipulación, a la que el mismo fue sometido tras una “lectura de mente” por parte de Pete, donde él, que se sentía completamente indestructible, se ve como uno más del común denominador, un tonto mas que es fácilmente estafable. A partir de ese momento, su mundo se comenzará a transformar a manera de ser él quien manipule a todo el mundo, y su contacto, ya en la gran ciudad, tras convertirse en un famoso psíquico, con la Dra. Ritter (Cate Blanchett), le abrirá un mundo inmenso de posibilidades, pero del que no se da cuenta, tiene un piso completamente inestable, del cual puede caer en cualquier momento.

“El Callejón de las Almas Perdidas” es hipnótica, tensa, de cocimiento y tratamiento lento y atmosfera fascinante, que nos arrastra al fondo de la mano de su protagonista, donde la avaricia se convierte en un infierno de creación propia, pero a la vez, de una compasión vulnerable por su propia predisposición a siempre luchar por más, solo por la necesidad de llenar un vacío personal. Una tragedia pronosticada de manera deliberada, que vale la pena ver.

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